miércoles, 20 de febrero de 2008

MARRANOS CON BRILLANTES

SNATCH. CERDOS Y DIAMANTES

“Franky Cuatro Dedos, ladrón y traficante de diamantes, se dirige a Nueva York para entregar un enorme diamante a su jefe. Pero antes hace escala en Londres, donde se dispone a dejar algunas gemas más pequeñas en el mercado de joyas de Hatton Gardens. Por el camino se le ocurre apostar en un combate ilegal de boxeo, sin darse cuenta de que el promotor le ha vendido y que existe un plan para atracarle.”

Hablar de Snatch es decir cine independiente británico. Su director, Guy Ritchie (autor también de “Lock and Stock”), junto a Danny Boyle, creador de la imprescindible “Trainspotting”, son considerados los padres de un género relativamente nuevo dentro del cine, como es el de reflejar, por así decirlo, la subcultura británica.

El Reino Unido exporta cada vez más referentes que nos sirven de influencia en todos los ámbitos culturales, ya sea música, cine, moda, o literatura (para la comida todavía les falta un tiempo). Así pues, es fácil entender que películas tan centradas en ambientes tan concretos como pueda ser Londres en Snatch, o Edimburgo en Trainspotting, triunfen a nivel mundial, quizás no desde un principio, puesto que no tienen tras de sí grandes campañas de promoción, pero dinamitan el boca a boca, verdadero impulsor y motor del éxito de este tipo de obras.

Centrándonos en la película que nos ocupa, resulta difícil empezar por algún aspecto que destaque por encima del resto. Desde el primero de los actores, pasando por la banda sonora, la realización, el perfil de los personajes, el diseño de vestuarios y escenarios, el ritmo de la película,…, todo, absolutamente todo, es perfecto.

Claro está que si uno no conoce la película, y ve la portada, lo primero que le llamará la atención será la presencia de Brad Pitt, pues que no se confunda. Vale, está claro que sale, pero dos cosas, ni es el protagonista (se trata de una película coral, por lo que no hay una figura predominante en este aspecto), ni se trata del típico papel al que nos tiene acostumbrados el individuo en cuestión.

Admito que el tipo este no me gusta, es más, cansa verlo hasta en la sopa, pero es que aquí se sale, en serio, creo que es el único papel por el que debería sentirse orgulloso. Puede que no salga ni siquiera en un tercio del metraje, pero es que cada vez que lo hace lo borda, y es entonces cuando piensas porque narices no se deja de tonterías, y se pone en manos de gente que sepa aprovecharlo, así, además de ser una cara bonita, pues, coño, igual hasta se convierte en actor, pero en fin, ese es otro tema.

Volviendo a la película, la estructura se basa en historias entrelazadas, que más tarde o más temprano, acaban cruzándose. El ritmo es frenético en ocasiones, e incluso se recurre a retroceder en las imágenes para explicar la acción, lo cual no significa que te pierdas en ningún momento.

El guión es bastante sencillo, pero está tan currado, que resulta brutal. La película no pasa de ser una historia de mafiosos y matones de tres al cuarto, pero todo encaja tan bien, que te das cuenta que no hace falta ser Coppola para retratar el mundo del crimen, sino tener algo que contar, y hacerlo bien, tengas o no un presupuesto millonario, o un libro detrás, que te hace las veces de guión (vamos a ver, que El Padrino me parece cojonuda, pero las cosas como son, valoremos los medios que tenía el amigo, y con los que se manejan en esta película).

En ella hay un par de detalles que son geniales. Por ejemplo, escuchar como habla Brad Pitt y toda su gente (se supone que son gitanos, y su acento es bestial, aunque no os penséis que hablan en calé, sino que tienen un acento diferente pero derivado del inglés. Aquí se equiparan a unos paletos, por así decirlo. Es más, en versión original subtitulada, no se les subtitula, y no pillas una, lo juro). Otro ejemplo son los papeles que interpretan Dennis Farina y Vinnie Jones. El primero es un traficante de diamantes que quiere ser judío, y se comporta como tal, sin serlo, y no preguntéis por qué. Y el otro es un tipo que lleva toda la puta boca de acero, ya que se la volaron a tiros, y el muy cabrón sobrevivió, y se la reconstruyeron con las mismas balas que llevaba en su cuerpo.

Podría seguir horas y horas contando maravillas de ella, pero es que podría fastidiaros a los que no la hayáis visto (que por cierto, no sé a qué esperáis), y a los que la conozcáis, pues es que no hace falta que os diga nada, porque ya lo sabréis todo.

Un consejo: de entrada, si podéis, verla solos, y empaparos de todo un poco. Pero una vez que ya sepáis de qué va, o para verla una segunda, tercera, cuarta, o enésima vez, hacerlo con vuestra gente, en serio, os gustará más incluso que la primera vez. Como dicen, la primera vez nunca es la mejor, ¿no?





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí señor, esta película es un clásico de nuestro tiempo. Los personajes son sencillamente impresionantes y es difícil encontrarle algún defecto, de hecho yo aún no he podido. Altamente recomendable; cuando la veáis os darán ganas de llevaros a algún personajillo a casa.

Anónimo dijo...

Aunque fue una pelicula que en su dia critiqué bastante, reconozco que con los sucesivos visionados te das cuenta de lo grandiosa que es. Con "Lock and Stock" también me ocurrió lo mismo, ya que es del mismo rollo. Snach es mucho mas madura, bien dirigida y estructurada que su antecesora. Supongo que en parte por la experiencia por parte del director en esta clase de films, ya que no era el primero con ese tipo hilo argumental tan bien cohesionado. Como se comenta en la critica, todos los actores lo hacen de maravilla, (mencion especial a Pitt, que es su mejor actuacion junto con la de 12 monos) y la forma de contar la historia es bastante original.

Si alguien no la ha visto, ¿a qué esta esperando?